«Medida por medida (La culpa es tuya)», basada en el original de William Shakespeare, con adaptación y dirección de Gabriel Chame Buendia .
Por Cecilia Della Croce.
Después de más de 10 años de éxito con «Othelo (termina mal)» (que sigue los miércoles en Calle Corrientes), Chame vuelve a deleitarnos con su genial fórmula de comedia física y su poética lúdica para encarar, esta vez, un título no tan conocido de Shakespeare como «Medida por medida«.
En esta comedia negra con final abierto, de numerosos personajes y enredos, el dramaturgo inglés cuestiona la noción de justicia y autoridad moral poniendo a sus criaturas de uno y otro lado del mostrador del poder. Desde allí plantea una serie de interrogantes filosóficos, en un cóctel argumental que se apoya en el saber popular y mezcla “haz lo que yo digo pero no lo que yo hago” con “ver la paja en el ojo ajeno”. Tanto la pieza original como la magistral adaptación de Chame, exponen cuestionamientos políticos y éticos, tan válidos hoy como hace cinco siglos, porque ponen la lupa (en este caso desde el humor) sobre las paradojas de la naturaleza humana.
«Me imagino que en su tiempo Shakespeare no era solemne«, expresa Gabriel Chame Buendia, y agrega «la comedia, el clown y lo popular se mezclaban con la belleza, la poética y su inteligencia; porque tonto no era«.
Foto: Carlos Furman.
En inglés hay un dicho que dice “When there’s a will, there is a way”, que significa algo así como “cuando hay voluntad, se encuentra la manera de hacer las cosas”, y que en el caso de Chame y su excelente compañía shakespeariana podríamos reformular como “cuando hay talento, sobran los recursos”. Así, con unos paneles de caños de plástico y paños de tela, Pastorino resuelve, con un nivel de simplicidad e ingenio asombrosos, la escenografía móvil que va descubriendo, como por arte de magia, a los protagonistas en las distintas situaciones que deben enfrentar.
Los cinco inefables intérpretes (Matías Bassi, Nicolás Gentile, Elvira Gomez, Marilyn Petito, Agustín Soler) se multiplican en una docena de roles (un duque, un fraile, un gobernante despótico, una novicia, un condenado, un consejero, una doncella embarazada, un verdugo) y transitan situaciones que van de lo desopilante a lo delirante, sin escatimar sudor y sapiencia de su noble oficio en la búsqueda de conseguir que el público se divierta durante dos horas e inunde la sala con una catarata de carcajadas, como agradecido pago por la performance arriba del escenario. Chame logra, una vez más, a través de su aguda mirada, rescatar al verdadero Shakespeare, sin acartonamientos ni clichés, y darles a los clásicos más vigencia que nunca a la hora de cuestionar y hacernos reflexionar sobre la doble vara, la impunidad, el reparto de culpas y las contradicciones en el ejercicio (y abuso) del poder en este siglo XXI, más cambalache de lo que Discépolo imaginó.
“Medida por medida es la historia del Duque Vincentio de Viena, quien se ha dedicado más a su desarrollo espiritual que a gobernar. Así, descubre que su pueblo sufre una decadencia moral pero, sintiéndose incapaz de poner orden, decide anunciar un viaje y dejar en su cargo a Ángelo, a quien valora por su intachable conducta y por ser estricto hasta el extremo de la rigidez en la aplicación de la ley. Sin embargo, en lugar de viajar, el Duque se disfraza de fraile y observa el accionar de Ángelo y de su pueblo.
Ángelo impone de manera inflexible las normas y recupera una vieja ley que castiga con pena de muerte la lujuria. Un joven llamado Claudio es detenido por dejar embarazada a su novia y es condenado a muerte. Isabel, hermana de Claudio y bella novicia, ruega a Ángelo por la vida de su hermano. Ángelo, movido por el deseo, la instiga a tener relaciones sexuales con él, a cambio de perdonar la vida de Claudio. Isabel se niega y prefiere que su hermano muera a entregar su cuerpo. El Duque descubre estos sucesos e interviene a escondidas hasta llegar a un inesperado final”.
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