«Al borde del mundo», de Ana Kowalczuk.
Por Carla Leonardi
(carlita.leonardi1).
Mujeres al borde de un ataque de nervios:
Los lazos afectivos que se tejen entre personas suelen ser los que nos salvan en circunstancias difíciles. Esto lo expresa muy bien «Al borde del mundo», de la dramaturga argentina Ana Kowalczuc, codirigida junto a Camilo Polotto Javkin, con el plus de una lectura en clave femenina.
En un pueblo del interior de Argentina, en el amargo contexto de la debacle económica del 2001, cuatro mujeres luchan por sostener una remiseria en medio de los sueños que parecen esfumarse y los pesares que atraviesa cada una.
En «Las Mellis», tal es el nombre de la remiseria, trabajan: Sonia (Mica Riera) que es el tipo de la empleada del mes, siempre al pie del cañón para tomar los pedidos de viaje, que oculta un secreto y un profundo dolor tras ese olor nauseabundo que emana de su cuerpo; la Rusa (Laila Maltz) que es la linda, la sensible y temerosa empleada que sueña en vano con ser mamá; Maria (Paula Kohan), la dueña; de apariencia fuerte, siempre en control de su vida y de la de los demás (como lo refleja su encorsetado cuello ortopédico), y Rosario (Margarita Paez), la joven sobrina de Maria, que ha perdido a su mamá (la otra Melli a la que hace referencia el nombre del negocio), y que intenta encontrar su lugar en el mundo.

Bajo las formas del realismo costumbrista (que tan bien traduce la detallada escenografía), en clave de comedia dramática, estas mujeres se van presentando y van desgranando sus frustraciones, sus miserias y sus ilusiones, acaso perdidas. Y lo que va tejiendo, organizando y tensando los vínculos entre estas mujeres es el vacío que ha dejado en la remiseria y en la vida de cada una el fallecimiento de la otra melli; aquella cuya presencia se representa en el altar, cual santa popular, a un costado de la remiseria.
Este presente desesperanzado durante la previa de la Nochebuena, sufre un giro con la llegada de Agatha (Ailin Salas), una mujer griega que ha quedado varada en el pueblo; en medio de su viaje rumbo a Ushuaia. La extranjera, en su diferencia, aparece como polo que cautiva y que insufla algo de vida a esa rutina amodorrada de pueblo chico. En este sentido; es interesante que su aparición se de tras el ventanal que da al exterior de la remiseria, signo de lo milagroso, de lo enigmático, de quien oficiando de medium de la mujer espectro del más allá, les permite a cada una volver a reconectar con su deseo, ya sea que se haya perdido, que resulte conflictivo, que se haya postergado, o que se torne incierto.
El pathos de haber quedado «al borde del mundo» (tal es una de las lecturas posibles del título; además de la literal referencia al destino de Agatha) que unas expresan de modo melodramático, otras de modo ansioso o callado; se transmuta entonces en alegría; en coraje para aventurarse a la vida, gracias a la pericia de un elenco de mujeres sólido, que logra componer cabalmente a cada uno de los personajes.
«Al borde del mundo«, en última instancia expresa que el humor, la solidaridad y la compañía entre mujeres, son acaso algunas de las herramientas más valiosas con las que contamos para trascender las peores circunstancias y volver airosas al camino de la vida.
Calificación: Buena

Ficha Técnica
Dirección: Ana Kowalczuk y Camilo Polotto Javkin
Dramaturgia: Ana Kowalczuk
Elenco: Mica Riera, Paula Kohan, Laila Maltz, Ailin Salas y Margarita Paez
Diseño de Escenografía y Vestuario: Pia Drugueri
Asistencia de Escenografía y Vestuario: Julieta Muro Frangi
Diseño de Iluminación: Matias Sendon
Diseño Sonoro: Marcos Zoppi
Música: Flor Braier
Producción: Javier Furgang, Justina Bustos y Francisco Olavarria
Producción Ejecutiva: Agustina Malfitano
Asistencia de dirección: Chiara Scozzafava
Diseño gráfico: Rocío Solano

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