Hasta nuestro próximo verano, de Sebastián E. Ferreyra.

Por Carla Leonardi.

En un contexto de incertidumbre a nivel mundial, la distopía es el género de ficción más afín para leer el presente. Siguiendo esta línea, el dramaturgo argentino Sebastián Ferreyra, ancla su propuesta Hasta nuestro próximo verano, a comienzos de los 90 en el conurbano bonaerense. Allí viven en una casa, Banderita y El Fino, dos hermanos, confinados en su interior como consecuencia de una catástrofe externa: un estallido que produce como consecuencia una lluvia ácida radiactiva y el asedio de los verdes, que aísla al conurbano. 

Los hermanos sostienen su día a día de aislamiento en el hogar, con diversos juegos, léase aquí ficciones, con los cuales evocan los veranos familiares en Mar del Plata y el encuentro del Fino con su amor imposible. En esta línea, se trata de la vida como ficción que cada uno crea, pero a la vez del recurso a la ficción, incluso al teatro mismo como ficción, como manera de saber hacer, de arreglárselas con el malestar de los tiempos. Esta trama que vincula a los hermanos, acercándolos más, corre en paralelo con los mensajes que envía desde una radio pirata Sara, la líder de la resistencia, pasando el parte de la situación exterior que empeora a medida que van pasando días y también su plan para derrotar a los verdes, para luego comenzar con la reconstrucción. Se trata de dos líneas narrativas que confluyen en un punto crucial. 

De esta manera, Hasta nuestro próximo verano, se construye como una distopía retrofuturista con clara intertextualidad explícita con El eternauta y Terminator,  que permite leer la posibilidad de una catástrofe ecológica, y donde «los verdes» funcionan como símbolo que permite una lectura en dos dimensiones:  en la línea de la ciencia ficción, se trataría de la amenaza alienígena, que remite al temor a lo otro, a lo diferente; pero también se dice de ellos que han prohibido palabras como: derechos, justicia y choripan, por lo que habilita la lectura en clave política en tanto avance de los neofascismos. 

Hay en la obra un uso acertado de la luz, del sonido y del propio espacio escénico con ventanas y puerta tapiadas, dando cuenta del fuera de campo amenazante, que consigue crear un clima francamente distópico, que se matiza con los momentos de humor en las escenas que representan lúdicamente los dos hermanos, y que funcionan como catarsis liberadora respecto de la angustia del sálvese quien pueda. 

La obra propone a través de la resistencia, donde la unión puede hacer la fuerza respecto del individualismo que suele primar en situaciones catastróficas, mantener cierta dimensión de la utopía, tan necesaria para sobrellevar estos tiempos inciertos. Permite además pensar dos modalidades del héroe: aquel que encarna la misión recibida a través de las generaciones anteriores, que es el caso de Sara, cuyo padre la instituye como esperanza futura desde la nominación que le da (que proviene de su fanatismo por Sara Connor), y a través del personaje de El fino, propone a un héroe que se hace, porque es capaz de vencer el miedo y de poner el cuerpo, de dar su vida por los demás, lo cual lo constituye en un personaje con características crísticas.  Por otra parte, la obra dialoga con los feminismos, al proponer a Sara como líder de la futura reconstrucción. Plantea así, la posibilidad de una organización social con un funcionamiento descentralizado, fundado en la cooperación y la  ternura, más afín a la lógica propia de lo femenino, a diferencia del verticalismo fundado en la violencia dominante respecto de los que se encuentran o se estigmatiza como inferiores, más afín a la lógica masculina y que es propia del patriarcado en su alianza con el capitalismo.  

Con un trabajo prolijo desde lo actoral y desde la puesta en escena, Hasta nuestro próximo verano apuesta por el género y aprovecha adecuadamente el anclaje en los años 90, en pleno auge neoliberal, para encontrar sus resonancias tanto con los años de la última pandemia como con la coyuntura política actual.  Conjuga así, en buena dosis, la potencia de llegar tanto a la reflexión como a la emoción del espectador. 

Calificación: Muy buena.

Puntuación: 4 de 5.

Funciones: Domingos de Junio a las 20hs.

Espacio Polonia: Fitz Roy 1477.

Entradas: Alternativa Teatral.
Duración de la obra en minutos: 75min

Ficha técnico artística:

Elenco: Yanina Cupini – Leandro Arancio – Tomas Gallo

Asistente de dirección: Esteban Tesini

Diseño de luces: Raúl Antonio FernandezFotografía: Gustavo Carratelli

Diseño de sonido: Federico Silvero

Dramaturgia y dirección: Sebastián E. Ferreyra


Descubre más desde OCIOPATAS.

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Deja un comentario

Descubre más desde OCIOPATAS.

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo