Quince con toda la furia, de Ignacio Torres.

Por Carla Leonardi.

Hay propuestas artísticas, ya se trate de películas o teatrales, que no apuntan a la acción sino a transmitir cierto clima, cierta pintura de situación de la realidad social y/o familiar. Es en esta línea se inscribe Quince con toda la furia,  de Ignacio Torres.

Se trata de una comedia construida sobre la premisa convencional de personajes diferentes, opuestos complementarios, que se ven obligados por las circunstancias a convivir, y que, por lo tanto, tienen que arreglárselas durante ese tiempo de convivencia para poder estar juntos. Esta base de la comedia se teje sobre un fondo de drama familiar y social.

La escenografía nos transporta, con precisión, a la piscina de un all inclusive en Miami. Ahí se encuentra Marita, una mujer de clase acomodada, una suerte de nueva rica, esposa de un empresario inmobiliario a quien la familia ha acompañado en un viaje de negocios. Se encuentra tendida en la reposera leyendo un libro, que no por nada es “El hombre en busca del sentido”, de Víctor Frankl. Los días se suceden entre el poco calor de la temporada baja, las lluvias y las conversaciones que mantiene Marita con su hijo adolescente Leonardo y el amigo de éste, Ismael, perteneciente a la clase baja, a quien intentan animar tras la tragedia que sufrió.

Los personajes pasan sus vacaciones encerrados en el hotel, lo cual marca la vida artificial, apática y vacía de la clase burguesa. Despeja, a través de los dichos de Marita, los prejuicios y lugares comunes sobre los pobres como responsables de su propia condición, eso que sostiene esa clase acomodada argentina, mediocre, vulgar y cipaya, que mira a Miami como si fuera su propio país y desprecia, sin tacto o disimulo, lo argentino. Así, la riqueza y la pobreza son pensadas más allá del factor económico a partir del personaje de Ismael, que, respecto de Marita y Leonardo, cuestiona la desigualdad social, tiene un proyecto de vida delineado y posee el recurso de la escritura (en un diario), como un saber hacer con el malestar que le ha tocado en la vida.

Ismael se presenta para Marita y Leonardo como esa otredad que despierta en ellos algo nuevo, el deseo que estaba aplastado (en Leonardo al estar tomado en su lugar de hijo por una madre que lo sigue tratando como un niño; en Marita, al estar encerrada en el lugar de la esposa como adorno secundario y en el rol de madre estragante de su hijo). La obra plantea el despertar del deseo homosexual de Leonardo y el despertar de lo femenino en Marita, que se juega tanto en la atracción que le genera Ismael, como en el éxtasis que le produce escuchar una lengua otra que el discurso corriente, ya sea la popular, la extranjera o la poética. 

Otro punto que lee muy bien en la obra es la declinación del padre como ordenador de la época contemporánea, que está trabajada mediante el fuera de campo del padre de Leonardo, aquel del que se habla, pero que nunca hace acto de cuerpo presente. Ambos jóvenes se ven afectados por la ausencia paterna, Ismael porque el suyo está privado de libertad en la cárcel y Leonardo porque su padre está ausente en permanentes viajes de negocios, sin operar como corte separador entre la madre y el hijo ni como transmisor de un legado, con su consecuente desbrujulamiento, que hace que Leonardo sea social y afectivamente torpe.  En cambio, el padre de Ismael es un padre al que él personaje se añora, porque en alguna medida operó en la construcción de la personalidad de su hijo. De ahí que Ismael, aun en medio de las duras condiciones de vida que le han tocado, se presente vitalmente más motivado y orientado.

El texto dramatúrgico funciona muy bien desde el humor, a partir del contraste del costumbrismo de caracteres tanto social como generacional, que está muy bien encarnado por las interpretaciones del elenco (Mariela Acosta, Gregorio Barrios, Patricio Penna). Esta textualidad discursiva se acompaña con la exquisita música de violín en vivo (​​Carolina Hsu), capaz de transmitir ya sea el clima de tedio repetitivo, la idiosincrasia musical generacional, o bien la tierna emotividad.

Quince con toda la furia es un logrado retrato de la desigualdad social, la disfuncionalidad familiar y la necesidad de construir ficciones para soportar la vida. Tiene además el mérito de partir de la desarmonía para arribar, con sutileza y sensibilidad, a la posible armonía que surge del encuentro entre los cuerpos, allí donde caen todos los prejuicios, todas las barreras, y la otredad, si se está dispuesto a escuchar, puede volverse un melodioso cobijo capaz de despertar del sueño soporífero y recuperar algo de lo vivo de la existencia.

BUENA.

Puntuación: 3.5 de 5.

Ficha técnico artística

Dramaturgia: Ignacio Torres. Actúan: Mariela Acosta, Gregorio Barrios, Carolina Hsu, Patricio Penna. Vestuario y escenografía:Jose Escobar. Dirección:Ignacio Torres

Duración: 70 minutos
Clasificaciones: Teatro, Presencial, Adultos

MOSCÚ TEATRO
Ramirez de Velasco 535
Capital Federal – Buenos Aires – Argentina
Teléfonos: 1144244618
Web: http://www.moscuteatro.com.ar
Viernes – 22:30 hs – Del 11/07/2025 al 25/07/2025
Sábado – 19:00 hs – Del 12/07/2025 al 26/07/2025


Descubre más desde OCIOPATAS.

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Deja un comentario

Descubre más desde OCIOPATAS.

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo