«Druk», «La ballena «y «Al fin y al cabo es mi vida». Diálogos entre la pantalla grande y las tablas en las marquesinas porteñas.
Por Cecilia Della Croce.
· La primera de las obras de teatro adaptadas en base a éxitos cinematográficos recientes que desembarcó este año en la cartelera porteña fue DRUK, que desde marzo se presenta de jueves a domingo en el Teatro Metropolitan. La obra de los daneses Thomas Vinterberg y Claus Flygare, que el mismo Vinterberg llevó al cine como Another Round (ganadora del Oscar a la Mejor película internacional en 2020), es una comedia dramática sobre cuatro profesores de un colegio secundario que deciden hacer un experimento: aumentar el dosaje de alcohol en sangre como modo de enfrentar la crisis de la mediana edad que atraviesan y encarar la monotonía de sus vidas rutinarias.
La clave del éxito de la versión que podemos disfrutar en Buenos Aires tiene que ver con dos pilares: la brillante mirada de Javier Daulte, quien desde la dirección le imprime gran dinamismo y agilidad a la puesta. Daulte apela a su experiencia e inteligencia, y echa mano de un amplio y sofisticado repertorio de recursos: rompe la cuarta pared, juega con una extraordinaria escenografía minimalista, y crea los climas justos para cada escena a través de la música y la iluminación, además de sumar la participación del público como un elemento dramático más. Todo en pos de una visión clara de lo que se quiere transmitir y de abrir el juego actoral a un elenco estelar, integrado por Pablo Echarri, Juan Gil Navarro, Osqui Guzmán y Carlos Portaluppi, para que ese todo sea incluso más que la suma de las partes. Los cuatro se entregan a este verdadero festín teatral y dan muestras de haber hecho un trabajo magnífico a la hora de plasmar los vínculos de esos cuatro amigos, para lograr que la historia se vuelva tridimensional y profundamente humana. Una propuesta de teatro comercial en Calle Corrientes para recomendar, que entretiene pero también invita a reflexionar.
EXCELENTE.

· En mayo se produjo el esperado estreno de La Ballena en el Paseo La Plaza. La obra de Samuel Hunter dio lugar a la película del mismo nombre, dirigida por Darren Aronofsky y protagonizada por Brendan Fraser, quien en 2022 se llevó el Oscar al Mejor actor por este rol y nos conmovió a todos con su discurso al aceptar el premio en su regreso a las grandes producciones de Hollywood.
Gran parte de la expectativa que se había generado en torno a La Ballena, dirigida por Ricky Pashkus en su versión local, tiene que ver con que el elenco está encabezado por un actor con una extraordinaria trayectoria como Julio Chávez, quien encarna a un profesor de literatura, apasionado lector de Moby Dick, la clásica novela de Herman Melville; Charlie vive aislado debido a su obesidad mórbida y, aquejado por una grave afección cardíaca, decide revincularse con su hija antes del final. Rodeado de un sólido elenco en los papeles secundarios (Manu Yantorno, Máximo Meyer y Emilia Mazer) y con una partenaire extraordinaria como Laura Oliva en el papel de Ana, la enfermera que desde un profundo cariño, lo cuida y lo sostiene como su única aliada, Chávez compone con sutileza y minuciosidad a este ser de tremenda fragilidad y da una clase magistral de actuación en un papel a la altura de su talento. Teatro del bueno, que conmueve y despierta la empatía para poder reconciliarnos con nuestros aspectos más vulnerables.
MUY BUENA.
Aquí el análisis de Manuel Germano: https://ociopatas.com/2025/05/23/cruces-entre-cine-y-teatro-la-ballena/
· El estreno más reciente en esta categoría de películas llevadas al teatro fue Al fin y al cabo es mi vida, la obra de Brian Clark que en cine fuera protagonizada por Richard Dreyfuss (Mi vida es mía, 1981), que llegó al Teatro Metropolitan a fines de julio. Este drama gira en torno a un escultor de gran inteligencia y sentido del humor que sufre un grave accidente que lo deja cuadripléjico. Postrado en una cama de hospital, su vida deja de tener sentido para él; cuando llega a la determinación de que quiere morir, para poder lograr que le den el alta deberá enfrentar a las autoridades del hospital y librar una batalla judicial que plantea dilemas sobre el valor de la vida, la dignidad y los límites éticos de la medicina. El estreno local, según nos cuentan en redes, se basa en la adaptación femenina que Kim Cattrall (Sex and the City) protagonizara hace unos años en el revival de esta obra en Londres.
La versión porteña evidencia falencias en la traducción (llamativamente no figura en los créditos quién fue el encargado de ese trabajo), lo cual redunda en un texto poco natural y con baches. Desde la dirección no se han podido salvar estos escollos y lo que se ve en el escenario es un elenco luchando con la letra y con algunos desajustes en el sonido. Al ser una pieza en la que todo el tiempo la acción se centra en una persona inmovilizada en una cama de hospital, los parlamentos cobran un papel preponderante; tener que lidiar con un texto poco maleable y con sabor a doblaje se convierte en un obstáculo a la hora de lograr teatralidad, y la puesta resulta un tanto chata, sin conseguir transmitir la verdadera dimensión del dilema ético y existencial que se está contando. Hay que destacar, sin embargo, la labor de Silvia Kutika en este desafiante rol protagónico, que le exige un gran compromiso en el aspecto vocal, físico y emocional a lo largo de los 90 minutos de este drama intenso.
BUENA.


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