El Corazón del Mundo, de Santiago Loza

Por Carla Leonardi

El detalle del programa de mano, el origami de un corazón, ya derrocha belleza y sitúa la influencia de oriente en la letra poética de la dramaturgia de Santiago Loza. Tal es así, que el texto dramatúrgico original de El corazón del mundo, de Loza, no brinda precisiones para la puesta en escena, sino que está planteado como puras voces poéticas para ser escuchadas, tres voces que podrían ser encarnadas por tres personajes o por uno solo.

La puesta en escena con dirección de Sofía Brito y Lautaro Delgado-Tymruk está construida con la lógica de la ficción dentro de la ficción. El narrador en su monólogo presenta la trama, con apariciones para aclarar o apoyar alguna cuestión inherente a su desarrollo, y el protagonista realiza ante nosotros el hermoso monólogo final; en la ficción dentro de la ficción estamos dentro del marco de la pantalla holográfica.

Un hombre camina, mirando hacia abajo, por un camino que harto conoce y que podría hacer con los ojos cerrados, divisa la parada de taxis, el kiosko, la puerta del colegio donde un homeless, parte de los invisibilizados sociales, duerme en un colchón. El homeless esgrime un palo y de repente golpea al hombre en la nuca. Al caer, su cráneo explota en una explosión interior, sus partes esparcidas. Este es el relato que muy sucintamente lleva adelante el narrador frente a la pantalla.

Lo que sigue es la proyección holográfica de diferentes imágenes que recrean momentos de la vida del protagonista o de varias vidas que se entremezclan: su rechazo a comer manzana rallada porque se ennegrecía, el invierno gélido que fue a París y besó la tumba de Wilde, las insomnes guardias nocturnas hasta que llegaran a su casa sus dos hijos, la campera roja de tela de avión que se volvió para él una prenda necesaria, la aparición de un pingüino en pleno diciembre de calor soporífero en una pelopincho abastecida de hielo por todos los vecinos, la quema de la campera roja, un Buda fumador con una frase enigmática pero reveladora, el momento de su muerte, ya mayor y solo, abrazado a una almohada para paliar el dolor en el pecho, el robo de dinero de la cartera de la mamá, el nacimiento tras un parto trabajoso y sin luz, y esa madre que lo abraza en la oscuridad y el silencio, donde se vislumbra ese vacío que es pleno porque es causa, porque es el corazón del mundo.

El cuerpo del hombre no solo narra esas apariciones, sino que actúa las escenas que vemos pasar ante nuestros ojos a través del marco de la pantalla. Se trata de escenas fantasmagóricas, del recorte de ficción con el cual construimos la realidad; pero también de una manera de desmontar el artificio teatral al poner en un mismo plano el cuerpo vivo del actor y las proyecciones fantasmales. Porque qué hace un actor sino salirse del sí mismo para encarnar con su cuerpo vivo, nada menos que lo otro: otras historias, otros cuerpos, otros mundos posibles que nacieron en la ficción y que siguen viviendo cada vez que se recrean y se reescriben en lo vivo del cuerpo. Porque el teatro es, por sobre todo, una experiencia del cuerpo.

Hay algo claramente borgiano en esas imágenes que se representan ante nosotros, como el aleph que permite que se vean en un único punto y en simultáneo distintas capas del tiempo, donde la caída es un instante, el acontecimiento de un cuerpo que cae y despliega a la vez (y sin cronología lineal) pasado, presente y futuro para abrirse a muchas posibilidades de existencia, a múltiples resonancias de sentido.

El texto de Santiago Loza rebosa de poesía. Las escenas están muy bien acompañadas por los efectos de sonido, la música y del diseño de iluminación, bajo la acertada dirección de Delgado-Tymruk. Guillermo Angelelli presta su cuerpo a los fantasmas de esa vida, y de las posibles vidas alternativas con sobriedad y con la delicadeza justa para que el texto traspase la pantalla, y la frontera que lo separa del público, logrando conmoverlo.

El corazón del mundo es la experiencia de que el mundo que construimos es un gran teatro en el que podemos metamorfosearnos, viajar en el tiempo, romper las formas ateridas y anquilosadas que suele tomar el cuerpo y de que también somos uno en la singularidad con que lo habitamos. Es abrirse a ser tocado por el corazón mismo del teatro, por el maravilloso prodigio que es. El corazón del mundo es una bella elegía al milagro de lo vivo de la lengua en el cuerpo, es dejarse arrobar por la experiencia sublime de la poesía encarnada.

EXCELENTE

FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA

Autoría: Santiago Loza

Actúa: Guillermo Angelelli

Iluminación: Ricardo Sica

Gestión: Teatro Del Pueblo

Con el apoyo de Sagai, Ala Norte, Mulata Films, Subterranea Films, Casa Honduras.

Prensa: Carolina Alfonso

Dibujo del afiche: Matías Iván Delgado

Producción general: Compañía Seremos

Asistencia de dirección: Mariano Mandetta

Dirección general: Lautaro Delgado Tymruk y Sofía Brito

TEATRO DEL PUEBLO – Lavalle 3636, CABA

Funciones: Lunes a las 20:00hs, hasta el 27/10/2025

Duración: 60 minutos


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