La obra de Diego Casado Rubio, multipremiada en los premios Teatro del Mundo y María Guerrero el año pasado, nos enfrenta con un crudo y bien logrado relato sobre un hecho social que, mas allá de cierto cambio de paradigma, sigue siendo difícil de alcanzar en su plenitud: aceptar y comprender al otro.
El dramaturgo y director nos presenta en este material a Alan ( Raquel Ameri), una chica transgénero que debe obedecer a su madre y vestirse de niña para ir a la escuela y poder llevar adelante una vida común. Este complejo hecho de tener que vivir con un sexo del cual no se identifica hace que él protagonista (y digo “él” porque el sexo no define al género, sino que éste se autopercibe), deba enfrentarse (o intentar hacerlo), con los temores que cualquier adolescente teme: el acoso y hostigamiento escolar, la burla constante, y el sentirse totalmente fuera de órbita, como si perteneciese a “otro mundo”, según palabras del personaje principal.
La obra exhibe dos vínculos muy bien definidos que, desde diferentes lugares, lograrán conmover al espectador: la relación que se desarrolla entre Alán con su mejor amigo, Samson; y con su madre, Clarisa. El sostén y el deber, las ganas irrefrenables de querer ser lo que siente y seguir adelante, contra una naturaleza vil y un presente socio económico desfavorable.
Los trabajos de composición e interpretación del elenco, compuesto por Maria Rosa Frega, Raquel Ameri y Victor Labra son de un alto voltaje dramático, y, tomando palabras de Javier Daulte, la “verdad emocional” aquí, se encuentra presente en cada escena.
Las luces, música y escenografía, acompañan y complementan la obra durante su recorrido de manera armónica y eficaz.
Comprometida, potente y desgarradora, Millones de segundos no te deja indiferente en ningún sentido.-
Mi opinión: Muy buena.
Esta reseña fue publicada en Chapeau Argentina
Ficha técnico artística: http://www.alternativateatral.com/obra51187-millones-de-segundos
OCIOPATAS. 
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