Por Fabio Albornoz.
La exitosa productora de terror, Blumhouse, se abre a un nuevo y ambicioso desafío, empezar a actualizar todos y cada uno de los monstruos de la Universal (Frankenstein, la momia, el monstruo de la laguna negra, el hombre lobo..). Hammer ya lo había hecho allá en los años 50’, y los intentos por volver a resurgir a todos estos personajes fueron varios, pero todos terminaron en fracaso. Incluso Universal quiso empezar a hacerlo en 2017 con “The Mummy”, protagonizada por Tom Cruise. Pero nada alcanzó para salvarla de la rotunda derrota comercial.
Blumhouse da comienzo a su ciclo de los monstruos con “El hombre invisible” (“The Invisible Man”), una adaptación libre de la novela del maestro H.G. Wells, y totalmente alejada del tono humorístico de la versión cinematográfica de 1933 dirigida por James Whale. Acorde a su modo de producir films, “El hombre invisible” costó solamente $7 millones de dólares, y a una semana de su estreno mundial ya lleva recaudados 60.
La película está dirigida y escrita por Leigh Whannell, amigo personal de James Wan (“El conjuro”), a quien muchos conocerán en su faceta de actor en la primera “El juego del miedo”, o formando la dupla de cazafantasmas en “Insidious”. Pero más allá de su curriculum como actor, Whannell es un cineasta bien interesante, que debuto con una deslucida “Insidous 3”, pero luego rodó la fascinante cinta de ciencia ficción/acción, “Upgrade”.
En esta, su tercera experiencia como director, tuvo el enorme desafío de volver a trasladar a la pantalla una historia que será el puntapié de una larga franquicia de personajes. La protagoniza Elisabeth Moss, una actriz de un talento inmenso y que ya a esta altura merece mayor reconocimiento y relevancia en la industria. Esta versión 2020 de “El hombre invisible” cuenta la historia de Cecilia, quien luego de escapar de la casa donde vivía con su violento marido, decide rehacer su vida. Un día se entera de que el ex ha fallecido. Su libertad, sin embargo, poco a poco se va derrumbando cuando sospecha que él aún sigue con vida, acechándola cada instante.
Lejos de quedar atrapada en la línea argumental original, “El hombre invisible” traslada y actualiza toda su trama a los tiempos (y problemáticas) que nos acontecen, con la violencia de género como nexo narrativo. Es, como toda gran película de terror, una brillante metáfora sobre dramas y temores internos.
Se trata de una película valiosa porque ofrece diferentes capas y modos de abordarla que no se limitan al mero conflicto genérico. La primera escena es una completa muestra del talento narrativo y la brillante sutileza de Leigh Whannell que, sin palabras, y en la sola elección de los planos, nos describe una relación violenta, la profesión del personaje (clave para entender lo que sigue), su posición económica y el control que ejerce sobre ella a través de las cámaras. Hay, sin dudas, un acierto enorme en su abordaje y el tema elegido. Elisabeth Moss encarna a una mujer con miedo, que debe atravesar toda una serie de obstáculos para terminar con su relación tóxica. El trabajo que hace es formidable, ejerciendo no solo un complejo cambio psicológico, sino también un gran trabajo físico.
Toda la primera parte de “El hombre invisible” es pura insinuación. Whannell usa los lentos paneos, el silencio, y cada encuadre vacío, para jugar con lo que no podemos ver. La cámara parece ser el hombre, quien observa casi de forma omnisciente el día a día de Cecilia. No hay espacio para los jumpscare. La música de Benjamín Wallfisch probablemente sobrecargue el relato, pero cuando Whannell apuesta por el silencio, consigue momentos fantásticos, con una tensión que impregna toda la atmósfera.
La debacle psicológica que se da en Cecilia lleva a que la cinta pegue un salto mayor hacia el género fantástico. La ambigüedad de no saber si el enemigo es real, se rompe en una segunda parte que puede desconectar emocionalmente a una porción de los espectadores. Podríamos decir que “El hombre invisible” tiene una primera parte más cercana al terror minimalista de la A24, y una segunda fiel al estilo de Whannell. Pero no es un salto chocante, todo fluye para desembocar en esa recta final desatada, donde aparece en todo su esplendor la marca de “Upgrade”. La combinación perfecta entre acción y ciencia ficción, con un manejo prodigioso de la cámara. Whannell sabe filmar terror, pero también rueda acción como pocos en la actualidad.
“El hombre invisible” es una apertura maravillosa de Blumhouse en el nuevo universo de los monstruos. Esperemos que los venideros proyectos traigan una calidad similar a esta. Siempre se agradece que aparezcan producciones cuyas búsquedas resulten más amplias e interesantes de lo que a primera vista podrían ser.
Director: Leigh Whannell
Elenco: Elisabeth Moss, Aldis Hodge, Storm Reid, Harriet Dyer y Oliver Jackson-Cohen
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