La gaviota, de Antón Chéjov.

Por Manuel Germano.  

La pieza teatral del dramaturgo y médico ruso, estrenada en 1896, es considerada como una de sus cuatro obras maestras, junto a El jardín de los cerezos, El tío Vania y Las tres hermanas. La obra fracasó en su estreno y alcanzó notoriedad cuando Stanislavsky la reestrenó en el Teatro de Arte de Moscú.

La obra se centra en el vínculo entre Irina, una actriz reconocida, su hijo Konstantin, que desea convertirse en dramaturgo, Trigorin, un reconocido escritor, pareja de Irina, y Nina, una joven que anhela convertirse en actriz pese a que su familia se opone. A estos personajes los secundan Masha, la fiel ama de casa que es testigo de todo lo que pasa en la familia, Sorin, el hermano enfermo de Irina y dueño de la finca en la cual se sitúa la obra, y otros más.

En esta pieza los personajes se encuentran atravesados por vínculos amorosos, celos profesionales, egos (de actores, escritores) y distintos planteos familiares que se enredan en una trama compleja y humana de la cual no van a poder escapar, pues a cada uno el devenir de los hechos los afecta de determinada manera. Irina está profundamente enamorada de Trigorin, quien comienza a sentirse atraído por la joven Nina, quien, a la vez, cautivó el corazón de Konstantin, el cual se siente rechazado y acomplejado por no recibir la atención y el amor de su madre y de Nina.

Un aspecto muy importante del texto de Chéjov es que algunas de las escenas más significativas desde lo emotivo suceden entre actos. No hay un regodeo desde lo emocional alrededor de esos momentos, el lector lo advertirá a medida que avance en la lectura de la obra.

Prensa CTBA

La versión teatral que estrenó hace unas semanas en el San Martín, traducida por Alejandro Ariel González, versión de Rubén Szuchmacher (también a cargo de la dirección) y Lautaro Vilo, toma el texto de Chéjov como obra literaria y traslada esa idea en la representación: escenarios que se desmontan, sillas que entran y salen llevadas por “servidores de escena”, vestuario de época que sitúa al espectador en el tiempo en el que fue escrito el material, la elección de que se utilicen los nombres completos de cada uno de los personajes.

Pareciera que si uno lee la obra pudiera llegar a representarse en su cabeza lo que Szuchmacher plasma casi con literalidad y alejado de todo aggiornamento en el escenario. Se trata de una puesta clásica de 110 minutos, con escenografía funcional, separada en actos, y rubros técnicos funcionales. Los entreactos están iluminados y tienen una duración considerable, a efectos de que el espectador vea ese pasaje de escena a escena, con el riesgo que eso implica, al tratarse de por sí de una obra extensa y con un ritmo no apto para espectadores ansiosos. Se construye un clima denso, tenso y hasta lúgubre que implica un desafío para las audiencias. ¿Pero es La gaviota, o por lo menos esta versión, una obra destinada para “todo público”? ¿Qué tipo de destinatario construye esta puesta? Sin duda acá hay un punto para debatir y que seguramente es tema de conversación de los espectadores postfunción.

En relación al trabajo artístico, párrafo aparte para Muriel Santa Ana, quien lleva adelante un trabajo excelente de interpretación. Le da vida a una Irina compleja, profunda, con múltiples matices. Su trabajo es hipnótico y los actores que comparten escena con ella salen beneficiados, como impulsados por esa energía que transmite la actriz. Vando Villamil y María Inés Sancerni se lucen en sus respectivos roles. Hay una notoria disparidad en la composición de los personajes entre el elenco de cierta trayectoria y los noveles Carolina Saade, Juan Cottet y Diego Sánchez White, seleccionados en el taller laboratorio Chéjov, cuyos textos declamados, energías desbordadas y falta de seguridad en el escenario los exponen en relación a sus compañeros.

La gaviota de Chéjov, con dirección de Rubén Szuchmacher, es una obra con notables actuaciones, un clásico del siglo XIX para los amantes del teatro cuya cita tiene lugar en la sala Casacuberta del Teatro San Martín.

Puntuación: 3.5 de 5.
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ficha artístico-técnica

Dirección Rubén Szuchmacher

Traducción Alejandro Ariel González

Versión Rubén Szuchmacher, Lautaro Vilo

Diseño de escenografía y vestuario Jorge Ferrari

Diseño de iluminación Gonzalo Córdova

Música y diseño sonoro Jorge Haro

Diseño de movimiento Marina Svartzman

Asistencia de dirección Pehuén Gutiérrez

Asistencia de escenografía y vestuario Florencia Tutusaus

Grabación musical y colaboración creativa Cecilia Quinteros (violoncello), Alex Elgier, Jorge Haro (piano).


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Un comentario

  1. […] 28 octubre, 2025 prev […]

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