Pablo Razuk nos trae a la vida al Padre Carlos Mugica, quien el 11 de mayo de 1974 moría acribillado a balazos cuando salía de la Iglesia Francisco Solano, donde acababa de celebrar una misa. Reconocido aún, y seguramente por mucho tiempo más, por haber luchado incansablemente por mejorar las condiciones de vida de la gente humilde, el inteligente texto de Cristina Escofet nos retrotrae en el tiempo para hacernos participes de una historia emotiva, intima y entrañable.
Desde la niñez acomodada y privilegiada de Carlos, hasta su adolescencia, allí donde sus preocupaciones eran racing y las mujeres, para luego comenzar a recorrer temporal y especialmente las diferentes etapas que vivió, cuando decidió ser cura, sus vinculaciones políticas e ideológicas a lo largo de los años, su lucha por reprimir el verdadero amor que le golpeó la puerta y que por su fe, no pudo atender como correspondía, sus dilemas éticos, y su entrega para con aquella clase social de la cual se vio alejado de chico, y para la cual terminó dando más de lo que nunca hubiera pensado.
«En el Barrio Norte se echaron a vuelo las campanas y yo participé del júbilo orgiástico de la oligarquía por la caída de Perón. Una noche, fui al conventillo como de costumbre. Tenía que atravesar un callejón medio a oscuras y de pronto, bajo la luz muy tenue de la única bombita, vi escrito, con tiza y en letras bien grandes: ‘Sin Perón, no hay Patria ni Dios. Abajo los cuervos’. La gente del conventillo me conocía bien, yo había intimado bastante con ella durante todo ese tiempo (después seguí yendo, casi todo el año 56). Sin embargo, para mí lo que ví escrito fue un golpe: esa noche fue el otro momento decisivo en mi vida. En la casa encontré a la gente aplastada, con una gran tristeza. Yo era un miembro de la Iglesia y ellos le atribuían a la Iglesia parte de la responsabilidad de la caída de Perón. Me sentí bastante incómodo, aunque no me dijeron nada. Cuando salí a la calle aspiré en el barrio la tristeza. La gente humilde estaba de duelo por la caída de Perón.”
Una argentina convulsionada políticamente a través de la mirada intensa de un personaje entrañable. Eso también forma parte del trabajo de Razuk, quién no se conforma con hacer un buen trabajo, sino que va por más, por la emoción en cada frase, con la mirada penetrante en cada espectador que mira y se adentra en este relato poético, dirigido magistralmente por José María Paolantonio. La
escenografía tan sutil como sugestiva forman parte de un trabajo que, claramente, se perfila como lo mejor que el teatro off ofrece este 2015.
Recomiendo!
Autoría:Cristina Escofet
Actúan:Pablo Razuk
Cantantes:Sol Ajuria
Músicos:Javier Nahum
Vestuario:Alejandro Mateo
Escenografía:Alejandro Mateo
Iluminación:David Seldes
Música original:Sergio Alem, Raul Oliveira
Prensa:Alfredo Monserrat
Producción:Aldana Aprile
Dirección:José María Paolantonio
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