Por Cecilia Della Croce
TW: @cecidepalermo – IG: @cecidepalermook
Si te gustan los musicales, A Chorus Line está en el top 5 de los clásicos de oro del rubro que no te podés perder. Y si además sos bailarín o bailarina y desde chiquito tenés el sueño de trabajar en ese mundo tan particular de espejos y reflectores, donde ganarse un lugar implica una competencia a veces feroz, vas a sentir que este musical muestra pedazos de tu vida como sacados de un diario íntimo. Porque, justamente lo que se cuenta arriba del escenario es un casting para formar parte de la línea de coro de baile en un megamusical de Broadway, y desde la platea estamos invitados a espiar la lucha por quedar como si estuviéramos tras bambalinas.
Este musical icónico escrito por Nicholas Dante y James Kirkwood Jr., con música del gran Marvin Hamlisch, que a partir de su estreno en 1975 se convirtió en un exitazo inmediato y ganó nueve premios Tony, llegó al Maipo en esta temporada de verano de 2019 bajo la dirección de Ricky Pashkus y la producción de Javier Faroni que trajeron a la cartelera porteña una versión reducida, tanto en el número de intérpretes como en la cantidad de cuadros y canciones.
Paradójicamente esta obra sobre un casting, parece haber tenido algunos problemas de casting. Convengamos que no es sencillo dar con el elenco ideal para un musical tan difícil y exigente como A Chorus Line, ya que se requiere un grupo numeroso de bailarines que también canten y actúen con un nivel excelente en las tres disciplinas. Si bien parecía en que no habría problemas en encontrar un reparto sólido entre los muchos y buenos artistas del musical que hay en una plaza como Buenos Aires, el resultado en este caso fue un elenco desparejo.
Los roles protagónicos están a cargo de dos figuras consagradas en la escena del musical local como Laura Conforte y Martín Ruiz, que no se lucen demasiado. El espectador queda añorando poder disfrutar más de sus voces, especialmente en el caso de Martín: el rol de director dentro de la obra no da lugar a que despliegue sus dotes de cantante, ya que casi el 80% del tiempo habla en off (por cierto, tiene una bellísima voz de locutor).
En una puesta que pasa por altibajos con ciertos baches actorales sobre todo en los monólogos, se destacan Gustavo Wons como el coreógrafo, un rol que, obviamente, le viene como anillo al dedo, y entre las chicas, la bella Jessica Abouchain, convincente en su rol de bailarina “femme fatale”, y Mariu Fernández, a cargo de dos de las mejores canciones del show, divinamente interpretadas.
El show no llena del todo las expectativas de lo que el público vino a buscar y no deslumbra, salvo en el cuadro del saludo final, a pura galera y lentejuela dorada, como para que te quedes con la foto del afiche.
Calificación: Buena
Ficha técnico artística
Libro: Nicholas Dante, James Kirkwood Jr.
Adaptación: Federico González Del Pino, Fernando Masllorens
Actúan (por orden alfabético)
Jesica Abouchian, Mariana Barcia, Evelyn Basile, Menelik Cambiaso, Laura Conforte, Juan Martín Delgado, Nicolás Di Pace, Mariu Fernández, Clara Lanzani, Martina Loyato, Juan José Marco, Emi Obrn, Sofia Pachano, Matías Prieto Peccia, Nicolás Repetto, Martín Ruiz, Gustavo Wons
Diseño de vestuario: Pablo Battaglia
Diseño de escenografía: José Ponce Aragón
Diseño de luces: Marcelo Cuervo
Diseño de sonido: Gastón Brisky
Música: Marvin Hamlisch
Letras de musicales: Edward Kleban
Producción general: Javier Faroni
Coreografía: Gustavo Wons
Dirección musical: Gaspar Scabuzzo
Dirección vocal: Matias Ibarra
Dirección general: Ricky Pashkus
Prensa: Tommy Pashkus, Martina Valía
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