Por Fabio Albornoz.
Netflix desembarca por primera vez en el país para financiar largometrajes y “La corazonada” es oficialmente la que abre un largo (y esperemos) extenso camino que proveerá nuevas oportunidades laborales, y la expansión al marco internacional del cine argentino.
En 2018, el thriller “Perdida”, de Alejandro Montiel, fue todo un éxito comercial. Protagonizada por Luisana Lopilato, y basada en la novela «Cornelia» de la autora Florencia Etcheves, este material vuelve a flote en “La corazonada” (basada en la novela «La virgen en tus ojos«, de la misma autora), una precuela de aquella cinta, que repite a Montiel en la dirección, Lopilato como protagonista, y Joaquín Furriel como incorporación estrella.
Viendo los proyectos que suele estrenar el gigante del streaming, uno podría tranquilamente no tener expectativas, pero que se trate de una producción nacional bajo el sello de la N roja, le da un condimento especial. “La corazonada” narra los inicios de la policía Pipa (Lopilato), en el área de investigación liderado por Francisco (Furriel), un hombre acusado de un crimen en el pasado. Ahí se empieza a desplegar una trama policial encomendada en secreto a Pipa. “La corazonada” se ajusta a las reglas del cine negro, donde las divisiones entre lo blanco y lo negro son difusas, y donde hay todo un sistema policial corrupto. Si bien como propuesta puede ser atractiva, lo que vemos en pantalla es francamente decepcionante, con todos los vicios de las malas producciones de Netflix y lo peor del cine comercial argentino.
Desde los primeros minutos ya están claros los grandes problemas que afrontará “La corazonada”. Todo luce impostado, plástico, poco creíble. Nada fluye. Claro que los rubros técnicos son sólidos, pero de ninguna forma eso puede salvar a una cinta incapaz de mantener un orden narrativo y unos personajes acartadonados.
Se entiende que la idea del personaje de Furriel sea el del típico policía con un pasado oscuro, de pocas facciones (a lo Humphrey Bogart, salvando las distancias), pero en cada uno de los actores/actrices se ve una displicencia enorme. Recitan los diálogos mecánicamente, palabra y expresión nunca van de la mano.

“La corazonada” parece un film rodado simplemente por encargo, para cumplir. No hay química entre los actores, y todo está puesto al servicio de unos diálogos que van por encima de todo. Cada minuto está cargado de información, procesado y ya masticado para el consumidor medio. En el cine es la imagen la que debe dar cuenta de algo, y en todo caso, si la imagen no es suficiente, ahí debe entrar en juego la palabra, tal como expuso Hitchcock, toda película debe poder ser entendida, incluso si si se encuentra silenciada.
El guión escrito por la propia Florencia Etcheves, Alejandro Montiel y Mili Roque, da información a mansalva. No se guarda nada, y no le guarda nada al espectador. Al final, lo poco que nos queda para ver es un thriller mecánico, plagado de baches y con subtramas que nunca entran en
funcionamiento.
Claramente, esto no es el cine argentino. O, mejor dicho, es la parte de nuestro cine que no queremos exportar. La audiencia masiva tendrá otra buena excusa para hablar mal del denostado cine nacional, pero que quede claro algo: hay vida más allá de Netflix.
Opinión: Regular.
Ficha técnica – artística.
Dirección: Alejandro Montiel. Guión: Mili Roque Pitt, Alejandro Montiel, Florencia Etcheves (Novela: Florencia Etcheves). Música: Nico Cota. Fotografía: Guillermo Nieto. Elenco: Luisana Lopilato, Joaquín Furriel, Rafael Ferro, Maite Lanata, Juan Guilera, Abel Ayala, Sebastián Mogordoy, Delfina Chaves, Marita Ballesteros. Productora: FAM Contenidos. Distribuida por Netflix.
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