Por Fabio Albornoz.
Una mujer prometedora: ¿un cuento feminista de venganza? o ¿feminismo mal entendido?
Con el reciente inicio de la temporada de premios, se ha librado un interesante debate en torno a una de las películas más nominadas: PROMISING YOUNG WOMAN, ópera prima de la directora Emerald Fennell (también guionista).
La obra de Fennell ha maravillado a buena parte de la crítica, y su extraordinario circuito de nominaciones le confirman un estatus de calidad para el resto del público. Claramente, en un 2020 bastante pobre en materia cinematográfica, un film como PROMISING YOUNG WOMAN puede parecer mucho más de lo que realmente es. Por otra parte, aunque los premios hace años perdieron cualquier tipo de legitimidad (si es que alguna vez la tuvieron), la cantidad de nominaciones resuenan y deterioran el visionado de una cinta. Es innegable, aun cuando no nos interesen.
La primera vez que vi PROMISING YOUNG WOMAN, no poseía ninguna nominación, ni el consenso generalizado. Me resultó una película entretenida y ágil. De esas que se miran con cierta permisividad. Una cinta que no merecía de ninguna forma cargar con la cruz de los elogios excesivos o las nominaciones a mansalva. Rápidamente aparecieron las críticas dictaminando “obra maestra” (porque sí, porque todo tiene que ser al extremo, para bien o para mal), y cuando estas cosas suceden, uno comienza a poner la lupa mucho más en lo que acaba de ver.
¿Me perdí de algo extraordinario? o ¿la industria cinematográfica quiere instalar a una película pretendidamente feminista en el centro de atención? Y digo pretendidamente feminista porque no creo que PROMISING YOUNG WOMAN lo logré del todo. O más bien, sus convicciones se tornan entre polémicas y fluctuantes, es decir, según lo que necesita la trama en ese momento.
Hay toda una tendencia en Hollywood por construir personajes femeninos preponderantes, a los que parece no importarles nada el sistema (ni los hombres). El problema surge cuando esas propias mujeres se transforman en caricaturas. Pierden naturalidad, para ser puro manierismo. A veces se logra mejor y a veces peor. Frente a este mar de elogios, volví a verla, y terminé escarbando en una cinta que no se mantiene demasiado en pie, y cuando lo hace, lo hace solo por tener a una excelente Carey Mulligan, a quien por otro lado se la ha cuestionado de poco sexy para el papel de femme fatale (!).

La película narra la historia de Cassie, una mujer que supo ser brillante. Estudiaba medicina, y tenía las mejores notas en la Universidad, pero un hecho fatal truncó su futuro. Ahora lleva adelante una doble vida. En el día, trabaja para una cafetería y en las noches finge emborracharse y sale a discotecas para conocer a posibles hombres abusadores que no entiendan el NO como respuesta.
Hasta aquí, uno podría intuir que el rumbo de PROMISING YOUNG WOMAN estaría más ligado a lo pulp. Una historia de venganza, ultra violenta, despreocupada y llena de colores. Con un montaje pop, rabioso, que avasalla al espectador.
Cassie, luego de esa introducción, camina por las calles (ya es de día), mientras come un pastel y tiene la camisa con manchas rojas. Gran oportunidad que usa Fennell para jugar con lo que no vimos, aquello que fue elipsado por el montaje: ¿lo mató? ¿es caramelo? ¿o una combinación de las dos?
Llega a la casa, y anota en su libreta el nombre: Jerry. Dejándonos ver que no es el primero, si no que forma parte de una larga lista de otros nombres (todos hombres, claro). Algunos marcados en rojo, y otros, en negro. La idea de que estemos en presencia de una especie de máquina asesina se potencia cada vez más (aunque no lo es). Al rato se sienta a desayunar con sus padres, que nos brindan información sobre la vida frustrada de Cassie, y luego se marcha para ir a trabajar.
Así se nos establece esta rutina diaria que tiene su primer desplazamiento a los 10 minutos. Va a su trabajo un antiguo compañero de la facultad, y se despierta entre ellos, un aparente interés amoroso. Por primera vez, vemos en la película a un hombre que no es malo, porque claro, para PYW todos los personajes masculinos son espantosos. Sin matices.
El hecho de volver a encontrarse con este muchacho, la retrotrae al pasado. Aquellos años de facultad que aun hoy en día la siguen afectando considerablemente. Como espectadores entendemos que esta especie de caza que lleva adelante todas las noches forma parte de su obsesión por lo que le sucedió a su mejor amiga.
PYW se transforma en un film tierno y romántico. Cassie comienza a encontrar un equilibrio en su vida. Y lamentablemente con ello, el film también abandona su idea estilística inicial. Se hace más chata y confusa en intenciones. Es como si convivieran varias películas dentro de una misma estructura. Funcionan por momentos (y muy bien), pero en otros, directamente se repelen. Las motivaciones de Cassie son volátiles según lo que la trama necesite. Pasa de ser una cazadora nocturna de hombres, a una mujer enamorada y finalmente, desatada en ira. Pero ahora está dispuesta a vengarse, no ya sólo de los individuos, sino también de las propias instituciones.
Fennell no tiene punto medio. Su protagonista se transforma en un monstruo y por supuesto, reafirma lo que ya parecía desde el principio, no existe ningún hombre bueno. Del conteo a través de la libreta (a lo “Kill Bill” o “La novia vestía de negro” – Truffaut- ), PYW se comienza a estructurar con el conteo en números romanos de sus nuevas venganzas. Incluyendo una acción espantosa, que nos hace dudar directamente de la estabilidad mental de la protagonista: Cassie emborracha a una mujer (relacionada con los hechos) para que otro hombre abuse de ella. Absolutamente cruel, porque justamente, pretende vengar lo que le pasó a su amiga con otro acontecimiento de la misma magnitud.

Cassie deja de transformarse en un personaje con el que empatizamos, para empezar a verse como una auténtica demente que no tiene principios ni para con las mujeres o hijos/as. Para ella, todos forman parte del encubrimiento y merecen ser castigados. Allí es cuando PYW se transforma en una caricatura. Una película grotesca, pero no orgánica. Que incluso abandona su cualidad cool, para transformarse cada vez más en solemne.
Fennell entiende que hay un momento en el que la película debe ser seria, porque claro, se trata de temas delicados que pasan todos los días. Puede ser que el texto suene duro para con la cinta, pero en realidad, PROMISING YOUNG WOMAN no es una mala película, en lo absoluto. Tiene cuestiones interesantes de las que ya se ha hablado todo este tiempo, pero de lo que apenas se ha profundizado es justamente en esas contradicciones, que son enormes para que un film pueda ser considerado feminista.
Cassie es un personaje inestable y hasta se podría decir cínico. Escalofriante y frívola en toda su planificación. Decidida a llegar hasta las últimas consecuencias para poder “ganar”, y hacer pagar a los culpables. Suena a demasiado. Suena a excedido. Incluso, sin querer, acaba transformándose en un testimonio duro, repleto de crueldad estilizada.
La cineasta Emerald Fennell tiene un interés genuino en lo que cuenta, eso se nota. Pero los problemas de su película se acentúan en el marco de excesivas nominaciones y elogios. No olvidemos que se trata precisamente de una ópera prima, con todo lo que eso implica. Un estilo no del todo acabado, decisiones que pueden ser erróneas y un tono que va variando.
¿PROMISING YOUNG WOMAN realmente representa ese espíritu feminista? Son cuestiones que quedan en el aire y que invitan a debatir. Hoy pareciera que Hollywood se encuentra desesperado en la búsqueda de películas urgentes, que retraten cuestiones de la actualidad. PROMISING YOUNG WOMAN encaja ahí, y hará presencia en una ceremonia con muy pocas buenas películas. Dentro de ese marco, lo de Emerald Fannell luce mejor.
Opinión: Buena.
Ficha técnica.
Título original: Promising Young Woman. Año: 2020. Dirección: Emerald Fennell. Guión: Emerald Fennell. Música: Anthony B. Willis. Fotografía: Benjamin Kracun. Reparto: Carey Mulligan, Bo Burnham, Alison Brie, Connie Britton, Adam Brody, Jennifer Coolidge, Laverne Cox, Clancy Brown, Alfred Molina, Christopher Mintz-Plasse, Molly Shannon, Angela Zhou, Sam Richardson, Steve Monroe, Casey Adams.
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