Varios de los que disfrutamos y analizamos las artes escénicas, coincidimos en que cuando se reúne en una sola obra, un buen texto, actuaciones solidas, y una dirección que es capaz de armonizar estos elementos, lo único que queda es pensar sobre el material en forma clara y profunda, pues todo lo otro está en su lugar, y no hay mucho que objetar. En lo personal, esto me sucedió al salir de la función de «El pequeño poni«, la obra de Paco Bezerra, que tras presentarse en el Teatro Picadero el año pasado, volvió renovada al circuito off, con el cambio de Alejandro Awada por Diego Gentile en el elenco.
La obra de Bezerra, adaptada por Ignacio Gómez Bustamante, y dirigida por Nelson Valente («El loco y la camisa»), relata los hechos que le suceden a un joven matrimonio cuando su hijo comienza a ser acosado en la escuela. Lo que en principio parecería algo que lamentablemente la mayoría de los chicos atraviesa, con el transcurrir de la obra, comienza a transformarse en una verdadera preocupación. La situación detona cuando, desde la escuela, le informan a los padres que su hijo no va a poder asistir mas a clases si sigue haciendolo con su mochila, el aparente motivo del rechazo del niño entre sus pares.
La pieza no solo nos permite reflexionar sobre el acoso escolar, sino que profundiza en los vínculos familiares padre – madre – hijo, y madre – padre: aquello que se dice, y lo que se oculta, las diferentes formas de amar y proteger a quien se ama, los prejuicios que no pueden simularse, y el miedo al rechazo: diferentes factores que forman parte de la trama, construida eficazmente por parte del equipo creativo.
Las actuaciones de Diego Gentile y Melina Petriella son potentes y conmovedoras. Ambos, con roles bien marcados, no abandonan el escenario en ningún momento, y de forma progresiva exhiben las diferentes capas de sus personajes. Con escenas desgarradoras, y la emoción a flor de piel, los dos se lucen de forma tal, que los diferentes climas que atraviesa la pieza se viven tan intensamente en escena, como en la platea.
«Actuar con sinceridad significa ser recto, lógico, coherente, pensar, esforzarse, sentir y actuar en unísono con su papel.
Si usted toma todos estos procesos internos y los adapta a la vida espiritual y fisica de la persona a quen esta representando, nosotros llamamos a eso vivir el papel».
Stanislavski, C. (1963). Manual del actor. México. Editorial Diana.
Por parte de los rubros técnicos, la eficiente y funcional escenografía de Maxi Vecco, las luces de Marcelo Cuervo, y la música de Silvina Aspiazu, armonizan con la obra y completan la trama, aportando lo necesario para que el material se luzca en su conjunto.
Lograr el silencio absoluto, la emoción espontanea y el compromiso espectador – actor, es tan valioso como inusual. Esto sucede en «El pequeño poni«, una obra cargada de emoción, y con un mensaje para toda la sociedad, mas allá de los tiempos.
Calificación: Excelente.
Funciones: sábados 22.30 hs.
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Palabras del autor
«Esta obra está inspirada en los hechos reales que tuvieron lugar en Estados Unidos durante el año 2014. A Grayson, un niño de nueve años de edad, tras sufrir varios ataques físicos y verbales, le fue prohibida la entrada al centro escolar en donde estudiaba por llevar colgada a sus espaldas una mochila de Mi pequeño pony. La dirección del colegio consideró “detonante de acoso” el hecho de que Grayson acudiera a clase acompañado de la mochila de sus dibujos animados favoritos, acusándole de haber provocado “disrupción en el aula”. A día de hoy, la escuela se defiende alegando que nunca tuvieron intención de agredir a Grayson, sino que fue una estrategia para detener el acoso. Un mes antes, y al igual que Grayson, otro chico de la misma edad, Michael Morones, tuvo serios problemas en la escuela llegándole a ocurrir algo muy parecido. También era seguidor de los mismos dibujos animados. De esta forma, la famosa serie de animación My Little Pony —que, paradójicamente, dedica sus capítulos a La magia de la amistad y los valores del compañerismo,— se ha convertido inesperadamente en uno de los mayores símbolos de la lucha contra el bullying. Esta obra está dedicada a Michael Morones, a Grayson Bruce y a todos los niños y niñas que, como ellos, han sufrido insultos y agresiones sin que ningún adulto a su alrededor haya hecho nada por evitarlo.»
Paco Bezerra
Ficha técnica.
Diego Gentile y Melina Petriella
Paco Bezerra
Ignacio Gómez Bustamante
Mariano Mandetta
Nelson Valente
Maxi Vecco
Marcelo Cuervo
Daniela Dearti
Diego Heras
Alejandra López
SMW
Ailin Ponce Campos
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