Por Fabio Albornoz.
Si hay una película que sufrió en carne propia la fusión Fox-Disney esa es PREY, precuela ultra tardía del clásico de John McTiernan: DEPREDADOR (1987).
Tras un último intento (fallido) de reflotar la franquicia a manos de Shane Black, 20th Centuy Fox le otorgó al cineasta Dan Trachtenberg (10 CLOVERFIELD LANE) la posibilidad de renovar los conceptos de la saga con un film mucho más modesto (en escala de producción), que se situaría en el siglo XVIII, en el seno de una nación comanche, pero la suerte que corrió la película tal vez no sea la que merecía. Con la fusión de compañías, Disney mantuvo “encajonada” la cinta, y lo que iba a ser un estreno en salas, se desvaneció en la inmediatez de las plataformas de streaming. Dicho mal y pronto, Disney se sacó de encima lo que heredó. Hay que confesar que tampoco nadie se esperaba este resultado final, y es que PREY es una verdadera fiesta de entretenimiento. Inteligente, artesanal (la criatura no es CGI), sin parafernalia excesiva y bien narrada. Lo que ha hecho Dan Trachtenberg no es poco.
La decisión de anclar la trama en una Nación Comanche es muy acertada. DEPREDADOR, desde su génesis, siempre se trató sobre el choque de civilizaciones (selva, ciudad o Antártida). Hay algo del escenario que es enormemente trascendental, y que la acción transcurra en el siglo XVIII ofrece una perspectiva aún más amplia, porque esta película no trata solamente sobre Depredador, si no también sobre crecer. La protagonista es una joven que quiere ganarse el respeto de toda su comunidad, y para ello decide, casi como el camino del héroe, iniciar una travesía junto a su perro para cazar a aquello que está acechando al pueblo. Por supuesto que se encontrará con mayores peligros (no solo la criatura extraterrestre) como animales varios y unos colonos europeos tan atroces (o peor) que ese Depredador que aterrizó.

A pesar de toda su simpleza y practicidad narrativa, Dan Trachtenberg se las apaña para ofrecer muchas capas de lectura que van desde esa historia de crecimiento, el empoderamiento femenino y el fantástico choque de civilizaciones entre Comanches, extraterrestre y colonos. A partir del montaje se teje el camino de la protagonista Naru, y el del Depredador. Dos caminos tumultuosos, llenos de peligros (animales) y heridas que deben ser curadas de distintos modos. Dan Trachtenberg se acerca con una proximidad notable en la que se contrastan comportamientos y formas de defensa/ataque. No se encuentran naves, ni múltiples Depredadores. Todo se encuentra en su justa medida. El presupuesto “limitado”, obliga a que todos los recursos disponibles se apliquen de manera sabia, y su director lo sabe hacer perfectamente.
Si, PREY es una gran precuela, pero también es brillante como film de aventuras por derecho propio. Hay batallas contra animales, supervivencia y desafíos por arenas movedizas. Lo tiene todo. Entretenimiento puro, con personajes bien definidos, escenas de acción muy bien resueltas y una interesante lectura sobre los pueblos originarios y el enfrentamiento territorial. Así se revive una franquicia.
Opinión: Muy buena.
Ficha técnico – artística.
Título original: Prey.
Duración: 99 min.
País Estados Unidos.
Dirección: Dan Trachtenberg.
Guion: Patrick Aison
Música: Sarah Schachner
Fotografía: Jeff Cutter
Reparto: Amber Midthunder, Dane DiLiegro, Stefany Mathias, Stormee Kipp, Dakota Beavers, Harlan Blayne Kytwayhat, Geronimo Vela.
Productora: 20th Century Studios, Davis Entertainment. Distribuidora: Hulu, Disney +
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