Por Cecilia Della Croce.
El espacio de ladrillo a la vista, vigas, chapas y cemento de la sala de El Callejón se transforma en una fundición ubicada en algún pueblo perdido del cordón industrial del conurbano. El emprendimiento está a cargo de tres hermanos: León (Martín Gallo), casado con Eli (Mariana Mayoraz) y padre de “los melli”, con problemas con la bebida y el juego; Leto (Augusto Ghirardelli), que pone toda su energía en el gimnasio y la práctica de boxeo como forma de esconder su debilidad, y Ricky (Julián Ponce Campos), el menor, un sobreviviente con una rata como mascota, aquejado por defectos físicos desde su nacimiento, que ha aprendido a defenderse por medio de un discurso afilado y una mente en el límite entre la lucidez y la locura, proclive a las intrigas y a la manipulación. La situación del negocio familiar, otrora próspero y ahora venido a menos, apenas les permite mantenerse y cuando Lara (Sofia Nemirovsky), la hija del dueño anterior, regresa de España, surge la posibilidad de venderle el taller. Con estos elementos, la escena se convierte en un ring donde se desata una puja descarnada por el poder, un “sálvese quien pueda” que expone ambiciones, resentimientos, complots y traiciones como si fueran las tripas de un monstruo acuchillado.

Parte del equipo creativo, que rompiera convenciones del teatro clásico y revolucionara el off porteño con “Ojalá las paredes gritaran” (otra genial adaptación, en ese caso de Hamlet en 2018), suma una nueva producción, con dramaturgia del brillante Mariano Saba y la dirección de Ignacio Gómez Bustamante y Nelson Valente, para dar a luz a Los finales felices son para otros, basada en Ricardo III, de William Shakespeare.
Sobre el proceso creativo, el equipo cuenta: “iniciado en pandemia, busca cuestionar los vínculos de poder y la ambición como único motor posible. El grupo se sumerge nuevamente en un clásico con la intención de retratar la violencia como lenguaje cotidiano. Incomodar para interpelar. Por eso, otra vez tragedia”.
Además de la excelencia en los rubros técnicos, en particular el diseño escenográfico y la iluminación, es indudable que el tiempo de trabajo y la dinámica de este elenco, que forma una verdadera compañía teatral en el sentido clásico, se ven en el resultado arriba el escenario, donde se genera un crescendo dramático de imágenes y sensaciones potentes y perturbadoras (en el mejor sentido), como pocas veces se logran en teatro. Todas las actuaciones son sobresalientes y a fuerza de un timing preciso, cada intérprete es un engranaje perfecto de esta pieza teatral única e impactante, con un extraordinario protagonista, Julián Ponce Campos, que compone un Ricky crudo y escalofriante, capaz de encarnar a “una escoria de sombra torcida” y cargar con la metáfora de la monstruosidad para cuestionarnos y provocar la reflexión, al romper la cuarta pared y proclamar en nuestra cara que nadie puede tirar la primera piedra porque “acá somos todos monstruos”.
Aplausos de pie para un suceso escénico im-per-di-ble.

FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA
ELENCO
Ricky: Julián Ponce Campos
León: Martin Gallo
Leto: Augusto Ghirardelli
Eli: Mariana Mayoraz
Lara: Sofia Nemirovsky
Bucky: Matias Pellegrini Sánchez
Vestuario: Betiaana Temkin
Diseño de Escenografia: Micaela Sleigh
Asistente de Escenografia: Pipo Manzioni
Realización Escenográfica: Taller Metal Creativo, de Carlo Pelella.
Con Jorge Barneau, Joan Bekerman y Ramiro Pérez Morbelli.
Esculturas Originales: Carlo Pelella
Diseño de Iluminación: Leandro Crocco
Diseño gráfico: Javier Pane
Producción Ejecutiva: Jimena Morrone
Asistente de Dirección: Pipo Manzioni
Dramaturgia: Mariano Saba
Dirección: Nelson Valente/ Ignacio Gómez Bustamante
Producción General: UPA PRODUCCIONES
Sala Espacio Callejón
Dirección: Humahuaca 3759 – CABA
Funciones: Sábados 19.30 hs.
Duración: 85 minutos
Clasificaciones: Teatro, Drama, Presencial, Adultos
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